La Balanza de Pagos es un registro de los cobros y pagos realizados por un país con el exterior. Se recogen tres tipos de transacciones: a) exportaciones e importaciones de bienes y servicios, rentas y transferencias, que constituyen la cuenta corriente; b) las transmisiones de riqueza entre países y donaciones y condonaciones de deudas, un conjunto que se denomina cuenta de capital, y c) compra o venta de activos financieros, tales como acciones, bonos privados y deuda pública, que componen la cuenta financiera.
En el siguiente cuadro tenemos el avance de las cuentas corrientes y de capital de la economía española del período enero-diciembre de 2014 (parte izquierda) y 2015 (parte derecha):
Vemos que la cuenta corriente distingue entre bienes y servicios, que incluye como partidas importantes el comercio de mercancías, el turismo y los viajes. La renta primaria está formada por rentas del trabajo y de la inversión, así como impuestos sobre la producción y la importación y subvenciones. En cuanto a las secundarias, abarcan las transferencias personales, la cooperación internacional corriente y otras.
Observamos que el saldo de la cuenta corriente de 2015 (16.700 millones) aumenta en más de un 65% el superávit del mismo período del año 2014 (10.200 millones). El resultado es debido fundamentalmente al notable descenso en el déficit de las rentas.
El saldo agregado de las cuentas corriente y de capital, que determina la capacidad (superávit) o necesidad (déficit) de financiación de la economía, fue positivo (capacidad de financiación) en el año 2015 y se situó en 22.700 millones de euros, frente a los 14.700 millones del mismo periodo de 2014.
En el siguiente gráfico se recoge la evolución de la capacidad o necesidad de financiación en los últimos 6 años:
Como observamos en el gráfico, hasta finales de 2012 la economía española tuvo necesidad de financiación (línea negra) y fue recibiendo préstamos (captando ahorro) del extranjero. En cambio, en los últimos 3 años va mostrando capacidad de financiación, lo cual está permitiendo reducir la elevada deuda externa del país.
La diferencia entre los activos y los pasivos que mantiene España con el exterior se sitúa en una posición negativa del 95% de PIB, uno de los porcentajes más altos del mundo, que deja al país en una situación delicada para afrontar turbulencias financieras.
La deuda externa ha aumentado, entre otros motivos, debido a que el año pasado una buena parte de la emisión neta de deuda pública fue adquirida por extranjeros. Según el Tesoro, un 50% está ya en manos de residentes de otros países.
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