Se considera como dinero el efectivo (billetes y monedas) y
los depósitos bancarios a la vista, dado que son medios de pago aceptados universalmente
y, por tanto, pueden ser utilizados de inmediato para liquidar las transacciones económicas. Otros
activos, como por ejemplo una propiedad inmobiliaria, no se consideran dinero,
al carecer de liquidez o disponibilidad inmediata.
La principal función del dinero es su capacidad para servir
como medio de cambio, es decir, ser aceptado como pago para cancelar
obligaciones. El dinero supera la limitación del trueque y permite vender
bienes y servicios a quienes no sean los que produzcan los bienes que se desean
consumir.
El dinero es, además, una unidad de cuenta, esto es, una medida
para los intercambios. Al denominarse en dinero los precios de los bienes y servicios, se facilita
el cálculo económico y se permite la comparación entre ellos.
Una tercera característica del dinero es que se trata de un activo o reserva de valor, que permite
transferir poder adquisitivo presente hacia el futuro, lo cual significa que su
valor no desaparece inmediatamente.
La oferta monetaria de la Eurozona está controlada por el
Banco Central Europeo, que emite dinero y decide la cantidad de efectivo en circulación.
Además, de modo indirecto, regula los depósitos generados por los bancos
privados
La demanda de dinero es la cantidad que desean disponer los
individuos y las empresas, que está en función de la rentabilidad que ofrezca
como activo financiero, del riesgo que se ha de asumir y del deseo de liquidez.
La rentabilidad toma la forma de interés, que es el precio por el uso de una
cantidad de dinero durante cierto tiempo.
En la práctica no existe un único tipo de interés de mercado,
sino múltiples tasas, dependiendo de la modalidad de financiación y de los plazos de vencimiento. En el
siguiente cuadro podemos observar los tipos medios anuales aplicados a los
préstamos tanto a familias como a empresas, según datos del Banco de España:
Como el dinero en efectivo no genera intereses y los
depósitos a la vista apenas dan rendimiento, mantener dinero líquido significa
renunciar a los ingresos que se pueden obtener con depósitos a plazo u otros
activos con menor liquidez. Cuanto mayor sea el interés que ofrece el mercado,
mayor será el coste de oportunidad de poseer riqueza en forma de dinero.
Si aumenta el tipo de interés, se deseará tener mayor
cantidad de riqueza en activos no monetarios remunerados al interés de mercado,
reduciendo la posesión de dinero líquido. Por lo tanto, un aumento del tipo de
interés reduce la demanda de dinero.
La liquidez es un beneficio claro de mantener dinero, ya que
viene a facilitar a las empresas y a los individuos la realización de los pagos
corrientes. La necesidad de contar con liquidez aumenta al ritmo que lo hace el
volumen de las transacciones, con lo que crece la demanda de dinero.
La demanda agregada a total de dinero de empresas e
individuos depende del tipo de interés y del nivel de precios, porque si aumenta la inflación hará falta más
dinero para hacer pagos. También influye el nivel de renta real del país, dado que con el
aumento del PIB se precisará más cantidad de dinero.
El tipo de interés de equilibrio viene de la interacción de
la oferta de dinero, que está en manos del BCE y los bancos privados, y de la
demanda agregada de empresas e individuos. Podemos observar que, con la caída
del comercio mundial y el proceso de reducción de las deudas (desapalancamiento)
tras el período de crisis, la oferta de ahorro y la demanda de inversión
tienden a igualarse a tipos de interés cada vez menores.