martes, 5 de enero de 2016

APORTACIONES AL CRECIMIENTO

Según la información facilitada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), durante el tercer trimestre de 2015, el PIB español ha crecido  un 3,4% respecto al mismo período de 2014 y el empleo ha aumentado, en términos anuales y equivalentes a tiempo completo, en 512.000 puestos de trabajo, un 3,1%, lo cual significa que la productividad ha subido un 0,3% en los doce últimos meses.

Este incremento de la productividad es mucho menor que el conseguido en los 3 años anteriores, entre 2% y 2,5% anual, confirmando que, en España, la productividad es anticíclica: aumenta menos en las fases de recuperación y expansión que en las de crisis y recesión. Entre 2001 y 2007, en plena expansión, el incremento anual no superó el 0,4% y durante la recesión, de 2009 a 2013, llegó al 2,4%.

El comportamiento anticíclico de la productividad viene provocado por la tendencia del empleo a variar ampliamente, mucho más que en otros países de la Eurozona, aumentando en proporción elevada en las expansiones y disminuyendo también notablemente en las recesiones.

Por lo tanto, la elasticidad entre empleo y producción (porcentaje de variación del empleo / porcentaje de  variación del PIB) es elevada, debido a que los ajustes de las empresas por los cambios de la situación económica se realizan mayoritariamente con modificaciones del empleo. La alta tasa de temporalidad facilita las rescisiones de contratos.

La economía española ha tratado de crecer en la reciente crisis apoyada en las exportaciones de bienes y servicios, para incentivar la inversión y aumentar el nivel de empleo.

Bajo el criterio de las ventajas comparativas, los países buscan nichos de mercado en los que puedan competir de modo más efectivo. La estrategia supone que la división del trabajo a nivel internacional va a proporcionar un mayor bienestar a todos los países.

Pero lo cierto es que la especialización de los países tiende a favorecer a los que pueden dedicarse a bienes de alto valor añadido, en tanto que deja en posición muy débil a los que ofrecen bienes básicos o de primera necesidad, tales como materias primas o productos textiles, que sufren un deterioro de los términos de intercambio y acaban empobreciéndose.


Como vemos en el gráfico, a partir de 2013 cambian las aportaciones al PIB. Desde la óptica del gasto, se puede apreciar en el tercer trimestre de 2015 una contribución muy positiva de la demanda interna (3,9%) y una aportación negativa de la demanda externa (-0,5%).

Algunos economistas apuntan que se debería iniciar un proceso de reindustrialización, buscando situarse en sectores de mayor valor añadido, una estrategia que mejoraría la participación del trabajo en la renta nacional, que ha descendido del 50,1% en 2008 al 46,7%.  

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