Indicábamos en la
entrada anterior que la Política Económica, en
general, se refiere a las decisiones que toman los Gobiernos para intervenir en la economía
de un país a fin de alcanzar objetivos tales como el crecimiento económico
sostenido, la reducción del desempleo y la estabilidad de los precios.
Uno de los tipos de
actuación es la llamada Política Monetaria, centrada en la inyección y drenaje
de dinero de una economía con la finalidad de alcanzar los objetivos
macroeconómicos antes citados.
La
autoridad monetaria
En el caso de España,
el organismo encargado de la política monetaria es el Banco de España, aunque
desde enero de 1999 lo hace como parte integrante del Sistema Europeo de Bancos
Centrales (SEBC), que está compuesto por el Banco Central Europeo (BCE) y los
bancos centrales nacionales de los 27 estados miembros de la Unión Europea.
En el ámbito del euro
funciona el Eurosistema, formado por el BCE y los bancos centrales de los 17 Estados
que han adoptado el euro como moneda propia. El objetivo primordial del BCE se
concreta en conseguir la estabilidad de precios, caracterizado por el
incremento anual del índice de precios al consumo armonizado (IPCA) inferior al
2%.
Los
instrumentos de política monetaria
La intervención del BCE, al igual que los demás bancos centrales, se realiza utilizando
tres instrumentos:
a) Operaciones
de mercado abierto, mediante la compra de títulos
de deuda pública en poder de los bancos o del público, aumentando así la cantidad de activos liquidos en el sistema. Si quiere drenar liquidez, el BCE venderá parte de su cartera de títulos en el mercado.
b)
Facilidades
permanentes, proporcionando y absorbiendo liquidez
a un día a un tipo de interés dado, facilitando créditos a la banca y
ofrecimiento también la posibilidad de que hagan depósitos en el BCE.
c) Reservas
mínimas, a través del coeficiente legal de caja, que es la fracción
de los depósitos de los ahorradores que los bancos deben mantener en forma de
reservas líquidas (caja).
El BCE ha lanzado en
los últimos meses dos programas de préstamos a devolver a tres años, llamados
LTRO (Long-Term Refinancing Operaration), uno en diciembre de 2011 y otro en
febrero de 2012, a un tipo de interés del 1%, permitiendo a la banca pedir
prestado casi un billón de euros.
En el gráfico siguiente
vemos el destino de la expansión monetaria del BCE, que muestra el
desequilibrio en las necesidades de dinero líquido en los diversos países de la
eurozona:
Se puede observar (línea azul) cómo los países periféricos
del sur de Europa (Grecia, Irlanda,
Portugal, Italia y España) han ido adquiriendo con el paso del
tiempo una mayor proporción del total de liquidez otorgada por el Banco Central Europeo
al sistema bancario desde el inicio de la crisis. Los periféricos hemos pasado
de obtener el 20% en 2007 a más del 60% a finales del primer trimestre de 2012.
El instrumento de
política monetaria denominado “facilidades permanentes” de los bancos centrales
funciona como una caja fuerte en la que los bancos comerciales pueden alojar sobrantes de liquidez. En los
momentos en que la economía marcha bien, su uso disminuye. Cuando hay más
tensión de financiación, sin embargo, como ha sido habitual en los últimos
tiempos, las entidades financieras recurren al banco central tanto para conseguir financiación (hemos visto
las enormes cantidades conseguidas) como para alojar unos excedentes que, con
las dudas que suscita el sector, prefieren no prestar a sus colegas por lo que
pudiera pasar.
En una próxima
entrada trataremos de las “reservas mínimas” y la transmisión de la política monetaria, es
decir, su capacidad para expandir la economía.