martes, 27 de febrero de 2018

PRODUCTIVIDAD Y COMPETITIVIDAD


La productividad es la relación entre la cantidad de producción obtenida y los recursos utilizados durante un período determinado. Mide la eficiencia de la producción, entendida como el logro del mejor rendimiento utilizando el mínimo de recursos. Hay señales de que las estadísticas no logran captar las reducciones de los índices de precios y la mejora de la calidad de los productos que trae el avance de las tecnologías digitales, lo cual puede llevar a que se subestime el crecimiento de la productividad.

El método para calcular la productividad por cada recurso o factor (trabajo, capital…) es el cociente entre la producción lograda y el volumen de recurso utilizado. Así, para calcular la productividad de un país podemos dividir su Producto Interior Bruto (PIB) entre el número de horas trabajadas. El resultado permite conocer el avance de la actividad económica del país, impulsado por lo que cada trabajador produce por hora, que se denomina “productividad aparente del trabajo”.

En la capacidad de producir más, sin trabajar más horas, influyen el capital físico a disposición de los trabajadores, el capital o potencial humano y la denominada productividad total de lo factores (PTF). Resulta evidente que más bienes de equipo o más educación y capacitación profesional dan la posibilidad de aumentar la producción sin necesidad de mayor dedicación de tiempo, al intensificar el uso de capital físico o la capacidad de los trabajadores. El aumento de la PTF proviene de mejoras tecnológicas y organizativas, que dan lugar a una combinación más eficiente del capital y el trabajo.

La competitividad es un concepto más amplio. Supone la capacidad de una organización para mantener ventajas comparativas, desarrollando conocimientos y habilidades que hagan posible alcanzar o superar la posición de sus competidores. Es una orientación estratégica hacia el entorno, que caracteriza a una organización eficiente y eficaz.

La competitividad de las empresas puede apoyarse en el precio o en la calidad. En el primer caso se ofrecen los productos a menor precio que los competidores sin reducir el beneficio, a base de menores costos de producción, que pueden haberse conseguido con una mejor tecnología, el aumento de productividad o la reducción de los costes del trabajo.

En el segundo caso, una mejora en la calidad del producto, en la imagen o en el servicio de logística, entre otros elementos, pueden permitir a la empresa facturar su producto a mayor precio que los competidores

En España, las empresas se han apoyado sobre todo en los menores precios que permiten los descensos de los salarios reales. Así, los costes laborales unitarios, calculados como cociente entre la remuneración por asalariado y la productividad, han descendido en la última década cerca del 4%, cuando en la Eurozona han aumentado más del 12%.

La reducción de los costes laborales unitarios, sin que la productividad apenas haya variado, indica un ajuste a la baja de los salarios. Las retribuciones laborales han descendido durante la recuperación económica, en tanto que aumentaban en otros países europeos, lo cual ha servido para recuperar la competitividad exterior perdida por las empresas españolas durante los años de la burbuja inmobiliaria.

Un país no puede prosperar de modo sostenible sin el incremento de la productividad. Se requiere para ello mayor nivel de inversión en I+D+i y en nuevas tecnologías, así como una notable mejora en los resultados del sistema educativo y la superación de la precariedad laboral. En definitiva, un esfuerzo para aproximar la realidad española a las posiciones y prácticas de nuestros socios europeos avanzados.











































martes, 20 de febrero de 2018

DISTANCIA Y COMERCIO ENTRE PAÍSES


Hay una característica muy conocida en el comercio entre los países, a la que el economista holandés Jan Tinberger denominó “modelo de gravedad del comercio internacional”. Según este modelo, por analogía con la ley de la gravedad de Newton, en el comercio entre dos países, permaneciendo todo lo demás constante, la relación es proporcional al producto de sus PIB y va disminuyendo al aumentar la distancia.

Las economías grandes son propensas a realizar cuantiosas importaciones porque tienen elevada renta y exportan ingentes cantidades debido a que producen una amplia gama de productos.

Al tener en cuenta la distancia entre los territorios, los modelos de gravedad muestran un fuerte efecto negativo sobre el comercio internacional. El profesor Paul Krugman señalaba que las estimaciones empíricas mostraban que un incremento de la distancia de un 1% entre dos países supone una disminución de entre 0,7 y 1% del comercio entre dichos países.

La existencia de costes de transporte viene a penalizar la distancia entre los territorios que comercian. Aunque las infraestructuras y el avance en las telecomunicaciones han reducido la incidencia de dichos costes, los estudios realizados señalan que aun tienen la capacidad de influir sobre los destinos de importaciones y exportaciones.

En el siguiente gráfico, recogido de PwC-UK, podemos observar el incremento del comercio cuando la distancia entre países se reduce a la mitad


Pese a la reducción del coste de transporte en las últimas décadas, vemos en el gráfico que la cercanía geográfica explica una parte mayor del crecimiento del comercio entre los países en el año 2000 que en los años 1970.

Una razón para que se haya incrementado más el comercio con la cercanía geográfica es el cambio de modelo productivo que ha tenido lugar en los último 20 años, centrado ahora en las cadenas de valor. La producción no se lleva a cabo íntegramente en un solo país, sino que el producto se divide en componentes que se producen donde resulta más eficiente económicamente.

En el proceso de Brexit, parece que los británicos se han apoyado en la idea de que la distancia entre los países carece de importancia para el comercio y, por tanto, el país es capaz de actuar de modo independiente en el mundo global, estableciendo reglas de juego en negociaciones bilaterales.

Da la impresión de que se olvidan de los efectos de la distancia y sustituyen el comercio con la Unión Europea por otros países mucho más lejanos, confiando en negociar acuerdos preferenciales muy beneficiosos. Pero dos países recién visitados por la Primera Ministra, Japón y Corea del Sur, han decidido que van a esperar a que sea la Unión Europea la que marque la futura relación con Gran Bretaña, antes de negociar sus respectivos acuerdos con los británicos.

Las últimas noticias indican que la fortaleza del Brexit está menguando. Los británicos quizás tengan que reconocer, aunque les cueste, que su proximidad y presencia en la Unión Europea ha sido un activo muy importante.




martes, 13 de febrero de 2018

FORMACIÓN Y COMPETENCIAS


En la literatura económica se denomina “capital humano” o “potencial humano” a los conocimientos y habilidades que acumula un trabajador a lo largo de su vida. En un entorno de demanda de trabajo cualificado, las competencias laborales y su distribución entre los trabajadores constituyen factores relevantes tanto para el desarrollo económico como para la distribución de la renta generada.

La educación formal y la experiencia laboral suelen ir conformando esas competencias en el transcurrir de la vida. En España, la capacitación profesional de los jóvenes está condicionada por la proporción elevada de estudiantes que no alcanzan más que los estudios primarios, un nivel educativo escaso que tendrá su impronta en la productividad futura. Será la experiencia laboral la que deberá aportar, aunque sea parcialmente, las competencias que sustituyan a las que no se hayan adquirido en la educación formal.

En el siguiente cuadro se recogen los porcentajes de población con niveles de estudios en varios países europeos:



Observamos en los datos del cuadro (Boletín del Banco de España) el escaso porcentaje de jóvenes que consiguen completar el grado de enseñanza secundaria en España (22%) en comparación con los otros tres países europeos indicados, que se sitúan en un promedio del 46%.

La incidencia del paro entre las personas con bajo nivel educativo muestra que los conocimientos de los desempleados son un obstáculo para su empleabilidad, en la medida en que no coincidan con los que se les demandan, especialmente en un entorno de cambios sectoriales y ocupacionales acelerados, tales como la fabricación mecánica para ajustar y montar conjuntos y fabricar piezas o moldes.


El gráfico muestra los parados, según grupos de edad, que llevan doce meses como mínimo buscando empleo y no han trabajado en ese período, como porcentaje de la población activa total (ocupados más desempleados). El escaso grado de empleabilidad hace que los porcentajes de paro de larga duración vayan aumentando con la edad y, en conjunto, el 50,5% de la mujeres y el 46,1% de los hombres llevaba en 2016 más de 1 año en desempleo.

A través de un programa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), dirigida a medir las capacidades cognitivas de la población, se ha podido comprobar el papel que desempeña la experiencia laboral en la formación de capacidades de cálculo y de comprensión lectora, especialmente para la población con formación primaria.

Los resultados obtenidos en las encuestas indican que las diferencias en el nivel de competencias de los adultos en España se deben sobre todo a las desigualdades existentes en la educación formal. Se resalta también que son las competencias las que influyen en mayor medida en el nivel de empleo.




martes, 6 de febrero de 2018

UNA MONEDA COMÚN

El profesor Joseph Stiglitz relaciona la depresión sufrida por EE.UU a finales del siglo XIX con el sistema denominado “patrón oro”, que establecía el valor del dólar en función del oro, y con ello implicaba también a las demás divisas.

Al no descubrirse nuevos yacimientos sustanciales de oro, la escasez del metal precioso generaba la caída de los precios de los bienes, dando lugar a un proceso deflacionario. El dinero tenía cada vez más valor frente a los bienes, los productores constataban su empobrecimiento y aumentaban las dificultades para pagar las deudas.

Pese a los sombríos antecedentes de atar la moneda a un cambio fijo, los Estados de la Eurozona aceptaron trabajar con una única moneda y ello está suponiendo renunciar a dos elementos de la gestión económica: la política monetaria y el tipo de cambio. Los partidarios del euro confiaban en que la unión generaría las características precisas para funcionar correctamente como zona monetaria.

Pero la reciente crisis financiera ha evidenciado las divergencias que ocasiona el modelo de moneda única: déficit comerciales en algunos países, sobre todo los periféricos europeos, y acumulación de excedentes en otros, los centrales, Alemania y Holanda especialmente.


La linea oscura del gráfico representa el saldo por cuenta corriente de España y las columnas el desglose por los diversos conceptos. Observamos que en el año 2008 el déficit de la balanza de pagos alcanzó un 10% del PIB y es en el año 2013 cuando se equilibra la balanza, con saldos positivos del orden del 2% en los últimos años.

Siguiendo la normativa establecida en los tratados europeos, la corrección de los déficit se ha tratado de realizar implementando los Estados políticas de austeridad, que han venido a agravar la recesión y a aumentar la deuda pública. Los países del sur de Europa, en la búsqueda de mejora en la competitividad, han disminuyendo sobre todo las remuneraciones del trabajo, haciendo pagar la crisis a los asalariados.

Dados los problemas que ocasiona la imposibilidad de devaluar la moneda en la Eurozona y las impredecibles consecuencias del abandono del euro, desde “Monde Diplomatique en español” se plantea la novedosa alternativa de trabajar con doble moneda: el euro, para las relaciones con monedas internacionales y utilizar monedas nacionales en los intercambios dentro de la Eurozona.

Se afirma que los tipos de cambio entre el euro y las monedas internacionales vendrían determinados por el mercado, como hasta ahora, y el mercado de divisas intraeuropeo seria sustituido por una relación fija entre las monedas nacionales, pero ajustable, a través del Banco Central Europeo, en base a compromisos políticos negociados entre los Estados, sin intervención de las fuerzas del mercado.

El nuevo sistema, que ha sorprendido, se basaría en compartir de forma simétrica el reajuste entre países deficitarios y países excedentarios de Balazas de Pago, de tal modo que un persistente déficit de cuenta corriente autorizaría a devaluar la moneda nacional con respecto al euro y un excedente elevado obligaría a llevar a cabo una revaluación. Alemania, por citar el caso más representativo de excedentes, tendría que elevar el valor del marco respecto del euro, lo cual aumentaría sus importaciones, favoreciendo a los demás países de la Eurozona.

De poder llevarse a cabo semejante planteamiento, bastante hipotético por el momento, el euro dejaría de ser la moneda única y se convertiría en moneda común de todos los países, haciendo posible que cada Estado pudiera establecer su propia política monetaria y presupuestaria dentro de la Unión Europea y Monetaria (UEM)