martes, 11 de julio de 2017

FINANCIACIÓN DE LA ECONOMÍA SOLIDARIA

La “economía solidaria”, que surge del tronco común de la economía social, es una corriente de pensamiento que busca alternativas a la economía convencional, apoyándose en la eficiencia del trabajo y en una creciente solidaridad en las organizaciones económicas. En muchos casos puede ser capaz de organizar a trabajadores informales para que generen ingresos, salgan de la precariedad y mejoren la calidad de sus vidas.


Este planteamiento económico defiende un tipo distinto de desarrollo, hecho a escala humana, integral y sostenible, con énfasis en lo local, orientado a la superación de la economía ortodoxa, tanto al nivel de las empresas como de los mercados y las políticas públicas.

Frente a la acumulación del capital, la economía solidaria sitúa a las personas y su trabajo en el centro del sistema económico, dando a los mercados un papel instrumental, siempre al servicio del bienestar de los seres humanos y de la reproducción de la vida. Supone una forma diferente de entender los procesos económicos en las sociedades contemporáneas y promueve una democratización real de las formas de producción, distribución y consumo.

En la economía solidaria convergen grupos populares y organizaciones de base, movimientos cooperativos, mutualistas y autogestionarios, organizaciones no gubernamentales, empresarios que pretenden unir eficiencia y solidaridad, así como cuantos quieran establecer en sus organizaciones modalidades armónicas de convivencia humana.

El profesor chileno Luis Razeto, que introdujo en los años ochenta el concepto de economía solidaria, señala la necesidad de fortalecer la identidad económica de esta alternativa, expresando de modo coherente su “racionalidad económica especial”, basada en la cooperación, la autogestión y la ayuda mutua, que sirva como criterio para guiar la toma de decisiones y la gestión en los mercados.



Uno de los habituales problemas de la economía social, en general, ha sido la dificultad de conseguir financiación. La banca ha visto siempre a las cooperativas y a otras entidades sociales como figuras raras en el panorama económico. Acceder al crédito, una necesidad básica para cualquier empresa, ha resultado bastante más difícil para este tipo de entidades que para las pequeñas y medianas empresas (pymes) y no digamos en comparación con las grandes empresas.

Al haber demostrado mayor resistencia en el período de crisis reciente, incluso con ejemplos de crecimiento sostenido, el acceso al crédito ha mejorado, pero sobre todo de fuentes distintas a la banca convencional. Han sido entidades surgidas de la misma economía social, como Fiare Banca Etica, Coop57 y la red de cooperativas de crédito las que han ofrecido nuevos productos, entre los cuales se encuentran los préstamos participativos y los avales mancomunados personales.

Las IV Jornadas Internacionales de Finanzas Cooperativas (Financoop), evento celebrado recientemente en Barcelona, ha servido para poner en contacto proyectos de economía social con financiadores. Se plantearon iniciativas como la construcción de un parque eólico, una nueva sede para escuela cooperativa, viviendas para cesión en uso, centro clínico y naves para actividades industriales, entre otros.

La búsqueda de financiación supone la presentación y negociación de los proyectos empresariales a inversores, pero manteniendo siempre el objetivo de defender la viabilidad de los proyectos con un impacto social positivo, apoyado en valores cooperativos, tales como democracia interna, equidad y transparencia.

Tratando de atraer recursos financieros más estables que el crédito, las cooperativas y otras entidades de economía social han utilizado formulas como lo préstamos participativos y las aportaciones de los socios colaboradores, que pueden contar con derecho de voto en la Asamblea, pero nunca mayoritario. Estas fórmulas de financiación tratan de asegurar a las empresas sociales el capital necesario, pero sin perder el control por parte de los socios de base.

Una interesante innovación de Coop57, cooperativa de servicios financieros surgida de la economía solidaria, ha sido los avales mancomunados personales, que permiten trocear los riesgos que suponen los crédito entre la base social de la entidad, de tal forma que cada uno avala una parte en función de sus posibilidades. Es una innovadora forma de afrontar el problema de los avales, que da confianza a la entidad prestamista. Las posibilidades de acabar perdiendo el dinero prestado son mínimas ante la implicación de toda la base social.




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