La demanda agregada de una economía es el conjunto de los bienes y servicios demandados en un período de tiempo y equivale al Producto Interior Bruto (PIB), siendo sus componentes el Consumo, la Inversión, el Gasto Público y las Exportaciones netas (Exportaciones menos Importaciones).
En las inversiones se pueden distinguir dos categorías: la inversión fija, que incluye tanto la realizada en plantas y equipos productivos como la ejecutada en la construcción de viviendas nuevas, y la inversión en existencias en productos terminados, en proceso y en materiales.
Además de los ingresos adicionales que se prevén conseguir y los costes en que se incurrirá, incluidos los intereses del posible endeudamiento y los impuestos, elementos que determinan en conjunto la rentabilidad, un factor clave en las decisiones de inversión es la expectativa de futuro sobre la evolución de la economía, dado que los frutos del desembolso inicial van a ir llegando a lo largo de muchos años.
Para tratar de conocer la evolución de las expectativas, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publica cada trimestre el Indice de Confianza Empresarial Armonizado. La diferencia entre el porcentaje de respuestas favorables y desfavorables se denomina Balance de Expectativas. Este trimestre es de -3,1 puntos, frente al -1,7 del trimestre anterior, con lo que se puede decir que han empeorado las expectativas de los empresarios y la inversión empresarial será débil.
En el siguiente gráfico tenemos la evolución de la inversión fija o formación bruta de capital fijo en España, en porcentaje del PIB, en los últimos 10 años
Podemos observar la caída de la inversión en los años de la reciente crisis, que ha incidido en la menor acumulación de capital físico y, por consiguiente, en las posibilidades de crecimiento económico.
La inversión es relevante porque produce un efecto multiplicador sobre la renta a largo plazo. Cuando una empresa adquiere, por ejemplo, una máquina aporta ingresos al vendedor, que dedicará una parte al consumo y otra al ahorro. La parte dedicada al consumo supondrá un ingreso para los vendedores de los productos y servicios, que también dedicarán una parte a gasto de consumo y ahorrarán el resto, y así sucesivamente.
La dedicación al aumento del consumo al crecer la renta o ingresos es la “propensión marginal al consumo”. Si suponemos que es siempre del 80%, una inversión de 1.000 euros producirá la siguiente secuencia de incrementos de renta a lo largo de las sucesivas transacciones: 1000+800+640...El conjunto de todas las rentas generadas constituye una progresión geométrica descendente, cuya suma es de 5.000 (1.000/0,20). El denominador 0,20 es la “propensión marginal al ahorro”, la diferencia entre la renta y la propensión marginal al consumo.
El efecto beneficioso de un inversión es bien conocido. Las comarcas y los pueblos tratan de atraer inversiones a su territorio para beneficiarse de nuevos rentas y empleos.
La inversión produce también otro efecto. Las empresas invierten cuando ven incrementarse sus ventas y necesitan más bienes capital, es decir, más equipos productivos. Al efecto que producen las ventas sobre las inversiones se llama “acelerador”. No se invertirá si las ventas permanecen estancadas o se desinvertirá si tienden a descender.
Cualquier circunstancia que provoque la caída de las ventas dará lugar a un respuesta del acelerador reduciendo la inversión que, a su vez, producirá un efecto multiplicador negativo, disminuyendo la renta y provocando una caída final mucho mayor, puesto que se encadenan los dos efectos
Los gobiernos tratan de ayudar a las empresas a abrir nuevos mercados, conceden deducciones fiscales, subvencionan algunas investigaciones y mantienen la demanda por medio de lo gastos públicos, porque son conscientes de que conseguir un volumen suficiente de inversión y orientarla a una mejor satisfacción de las necesidades sociales constituye uno de los grandes retos de la economía.
En las inversiones se pueden distinguir dos categorías: la inversión fija, que incluye tanto la realizada en plantas y equipos productivos como la ejecutada en la construcción de viviendas nuevas, y la inversión en existencias en productos terminados, en proceso y en materiales.
Además de los ingresos adicionales que se prevén conseguir y los costes en que se incurrirá, incluidos los intereses del posible endeudamiento y los impuestos, elementos que determinan en conjunto la rentabilidad, un factor clave en las decisiones de inversión es la expectativa de futuro sobre la evolución de la economía, dado que los frutos del desembolso inicial van a ir llegando a lo largo de muchos años.
Para tratar de conocer la evolución de las expectativas, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publica cada trimestre el Indice de Confianza Empresarial Armonizado. La diferencia entre el porcentaje de respuestas favorables y desfavorables se denomina Balance de Expectativas. Este trimestre es de -3,1 puntos, frente al -1,7 del trimestre anterior, con lo que se puede decir que han empeorado las expectativas de los empresarios y la inversión empresarial será débil.
En el siguiente gráfico tenemos la evolución de la inversión fija o formación bruta de capital fijo en España, en porcentaje del PIB, en los últimos 10 años
Podemos observar la caída de la inversión en los años de la reciente crisis, que ha incidido en la menor acumulación de capital físico y, por consiguiente, en las posibilidades de crecimiento económico.
La inversión es relevante porque produce un efecto multiplicador sobre la renta a largo plazo. Cuando una empresa adquiere, por ejemplo, una máquina aporta ingresos al vendedor, que dedicará una parte al consumo y otra al ahorro. La parte dedicada al consumo supondrá un ingreso para los vendedores de los productos y servicios, que también dedicarán una parte a gasto de consumo y ahorrarán el resto, y así sucesivamente.
La dedicación al aumento del consumo al crecer la renta o ingresos es la “propensión marginal al consumo”. Si suponemos que es siempre del 80%, una inversión de 1.000 euros producirá la siguiente secuencia de incrementos de renta a lo largo de las sucesivas transacciones: 1000+800+640...El conjunto de todas las rentas generadas constituye una progresión geométrica descendente, cuya suma es de 5.000 (1.000/0,20). El denominador 0,20 es la “propensión marginal al ahorro”, la diferencia entre la renta y la propensión marginal al consumo.
El efecto beneficioso de un inversión es bien conocido. Las comarcas y los pueblos tratan de atraer inversiones a su territorio para beneficiarse de nuevos rentas y empleos.
La inversión produce también otro efecto. Las empresas invierten cuando ven incrementarse sus ventas y necesitan más bienes capital, es decir, más equipos productivos. Al efecto que producen las ventas sobre las inversiones se llama “acelerador”. No se invertirá si las ventas permanecen estancadas o se desinvertirá si tienden a descender.
Cualquier circunstancia que provoque la caída de las ventas dará lugar a un respuesta del acelerador reduciendo la inversión que, a su vez, producirá un efecto multiplicador negativo, disminuyendo la renta y provocando una caída final mucho mayor, puesto que se encadenan los dos efectos
Los gobiernos tratan de ayudar a las empresas a abrir nuevos mercados, conceden deducciones fiscales, subvencionan algunas investigaciones y mantienen la demanda por medio de lo gastos públicos, porque son conscientes de que conseguir un volumen suficiente de inversión y orientarla a una mejor satisfacción de las necesidades sociales constituye uno de los grandes retos de la economía.