La necesidad de orientar el cambio de modelo productivo español hacia el fortalecimiento de las actividades industriales, que los medios de comunicación están aireando con frecuencia, precisa de un esfuerzo para incrementar el capital físico (inversión) de las empresas.
Una de las vías para conseguirlo sería la producción interna de bienes de capital, con lo que habría de reducirse el volumen de los bienes de consumo. Otra opción consistiría en recurrir a la importación de bienes de equipo desde el exterior.
El problema es que España tiene ya una elevada deuda con otros países y, por tanto, carece de margen para seguir recurriendo a financiación extrajera. En consecuencia, tendrá que compensar las importaciones exportando productos del país. En tal caso tampoco se podrá consumir una parte de la producción propia, porque habrá que transferirla a otros países, es decir, que se tendrá que aumentar el ahorro (renunciar al consumo) para exportar.
La inversión
Tras la profunda caída del 2012, la inversión en bienes de equipo ha ido incrementándose trimestre a trimestre, como observamos en el siguiente gráfico, a un ritmo anualizado superior al 10%.
En el conjunto de la formación bruta de capital fijo (inversión), los últimos datos del INE reflejan en el año 2014 por primera vez desde el inicio de la crisis un incrementó, alcanzando en su conjunto en torno al 19% del PIB.
El ahorro
Hará falta un incremento de ahorro para poder financiar el esfuerzo inversor. Pero desde 2010 la tasa de ahorro de los hogares, uno de los componentes del ahorro nacional, había ido descendiendo, debido a la reducción de la renta disponible, sobre todo por el alto nivel de desempleo. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2014 la tasa de ahorro de los hogares se situó en el 9,8% de la renta disponible, un descenso de 0,6 puntos respecto del año anterior. El ahorro bruto total no superó en el año 2013 (último dato de Eurostat) el 19% del PIB.
Como consecuencia de la inversión y el ahorro total del país, en el siguiente gráfico podemos observar la evolución de la denominada capacidad/necesidad (superávit o déficit) de financiación del país:
Tras más de una década de necesitar ahorro extranjero para financiar sus inversiones, la economía española consiguió generar en el año 2013 una capacidad de financiación (superávit) del 2,1% del PIB, pero en el año 2014 ya había descendido al 1%.
La falta de ahorro interno suficiente para invertir en tecnología, instalaciones y bienes de equipo que aceleren el aumento de la productividad puede ralentizar la puesta en funcionamiento de nuevas actividades que aporten empleos estables y de calidad.