La convergencia económica
significa que los países con menores niveles de renta por habitante tienden a
crecer a ritmo más rápido del que avanzan los de mayor desarrollo.
Tal hipótesis implica
que con el transcurso del tiempo los niveles de renta media por habitante reducen
las diferencias entre los países, al
menos entre aquellos que tienen determinadas características comunes.
Hay indicios de que hace
dos décadas comenzó un proceso de convergencia, pero las diferencias siguen
siendo gigantescas. Cuando Adam Smith, el padre de la economía clásica, escribió hace 236 años “La riqueza de
las naciones”, la renta por habitante del país más rico (Reino Unido)
multiplicaba por 4 la del más pobre. Al día de hoy un estadounidense medio
ingresa 400 veces más que un congoleño.
En la primera década de
este siglo emergieron países con grandes riquezas naturales y algunas economías tuvieron una recuperación sorprendente, tanto en América Latina como en Asia. Destacan China
e India, con un total de 2.500 millones de habitantes, que casi han duplicado
el tamaño de sus economías en la década pasada, moviendo el centro de gravedad de la economía
mundial hacia el Este.
Podemos apreciar en
el siguiente gráfico, correspondiente a "Perspectivas de la economía mundial", las tasas de crecimiento anual por habitante, en porcentaje, de
tres bloques de países,
Observamos que, a partir de comienzos
de siglo, las tasas de crecimiento de los países emergentes y en desarrollo triplican
el avance de las economías desarrolladas.
Viniendo a un caso cercano, el de la
economía española, el proceso de convergencia con Europa en la década previa a la crisis actual se debió
sobre todo a que los salarios fueron
acortando distancias con respecto a los europeos. Y sabemos que el aumento de la renta suele ir
parejo al de los salarios, puesto que éstos representan más de la mitad del PIB
del país.
Se ha podido constatar también que el comercio
exterior español ha cambiado profundamente en las últimas décadas. Tanto los salarios y precios como las estructuras
productivas han ido convergiendo con los
países que comercia.
Algunos economistas consideran que
la divergencia es un fenómeno más bien del siglo XIX y que en el siglo XX se
han observado notables casos de convergencia, tales como Europa del sur con el
resto de la UE, Europa con América y Corea del Sur con Japón.
Las divergencias más destacadas se
dan en países africanos y algunos países latinoamericanos. Mientras que el
grupo de países ricos se sitúa cada vez más en el mundo occidental, ser
africano se ha convertido en sinónimo de ser pobre.
Como resulta evidente, la reducción
de las desigualdades entre países, además de constituir una exigencia de la
justicia, es un factor de estabilidad en el mundo.
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