Ya sabemos que en las economías de mercado los precios y los beneficios otorgan incentivos a las personas y a las empresas. Se considera que proporcionar incentivos adecuados es una cuestión económica fundamental.
Los beneficios ofrecen a las empresas incentivos para producir los bienes que desean los ciudadanos y las retribuciones salariales proporcionan a los individuos incentivos para trabajar.
En las políticas públicas, los incentivos económicos tratan de utilizar la fiscalidad y los precios que están bajo el control del Gobierno para estimular aquellos comportamientos que se consideren deseables, y por contra penalizar los que sean perjudiciales. Por ejemplo, el impuesto de matriculación puede ser reducido para los coches pequeños que contaminan poco y elevado para los propietarios de un 4x4.
Pero los incentivos pueden ser también estímulos para realizar malas prácticas. Entonces se convierten en incentivos perversos. Veamos algunos del área financiera.
Los intereses del que gestiona dinero ajeno no son los mismos que los del dueño del dinero. Por ejemplo, imaginemos que depositamos 100.000 euros en un fondo que tiene comisión del 10% de los beneficios. Supongamos que, siendo conservador, podemos esperar unos resultados entre el -5% y el +20%, y siendo agresivo, podemos esperar estar entre el -50% y el +50%. Para nosotros, partícipes del fondo, la táctica conservadora, la primera alternativa, ofrece una esperanza matemática (20%-5%=15% y 50%-50%=0%) más favorable, por lo que es la que más nos conviene. Pero el gestor tiene otro punto de vista muy diferente: para él, los resultados van de 0 a 2.000 euros de comisión en la táctica conservadora, y de 0 a 5.000 euros en la táctica agresiva. Si no hay beneficios, para su comisión le da igual que las pérdidas sean pequeñas o abultadísimas y, lógicamente, el gestor es más agresivo gestionando el fondo que lo sería con su propio dinero.
Otro caso de incentivo perverso es el de los CDS (credit default swaps o permuta de riesgo crediticio). Los CDS surgieron para asegurar deudas al contado en el mercado de derivados de crédito con liquidación física. Sin embargo, hoy, en la gran mayoría de los casos, el comprador de protección no posee dicho bono o préstamo, y el vendedor de protección (su contrapartida), tampoco, sino que ambos especulan sobre la probabilidad de impago de determinadas emisiones.
La UE está considerando restringir el uso de los CDS cuando no se tiene el subyacente, es decir, cuando no se posea el título. Carece de sentido vender un activo que no se tiene beneficiándose de la caída de su precio, cuando los inversores suelen beneficiarse del activo comprado cuando sube su valor. Se trata de un juego de pura especulación, pero en el fondo con en un incentivo perverso.
Angela Merkel admitió que era algo así como "permitir que los ciudadanos aseguren contra incendios las casas de sus vecinos de enfrente". Los bomberos de la ciudad tendrían trabajo extra, aunque la policía adivinaría fácilmente el móvil del incendio.